El temor de otro ataque cardíaco puede ser un factor estresante distinto a los demás
Por Michael Merschel, ľ¹ÏÖ±²¥ News
Sentir estrés después de un ataque cardíaco es comprensible, y un estudio nuevo sobre lo que provoca ese estrés indica que el temor de tener otro ataque al corazón puede jugar un papel importante.
Entender cómo funciona ese temor, y cómo es distinto a afecciones de la salud mental como la ansiedad y la depresión, es importante porque puede dar lugar a mejores cuidados para los sobrevivientes, dijo la Dra. Sarah Zvonar, enfermera certificada de cuidados críticos cardíacos y estudiante de posdoctorado en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Indiana en Indianápolis.
Zvonar recientemente presentó durante la conferencia Scientific Sessions de la ľ¹ÏÖ±²¥ en Chicago. Los resultados se consideran preliminares hasta que se publiquen los resultados completos en una revista revisada por pares.
El temor a la recurrencia se ha estudiado más extensamente en personas con cáncer, dijo Zvonar, pero menos dentro del ámbito de la cardiología. Su inspiración en el tema vino después de ver a su padre y los padres de cuatro de sus amistades allegadas lidiar con ataques al corazón y las preocupaciones que surgieron posteriormente. Los hombres preguntaban a menudo, "¿Irá a pasar esto otra vez?".
Para examinar estos sentimientos, Zvonar y sus colegas inscribieron a 171 personas que habían sobrevivido por lo menos un ataque al corazón entre noviembre de 2021 y diciembre de 2022, y les dieron una serie de cuestionarios para medir el estrés, la ansiedad, la depresión y el temor de recurrencia, y cómo estos pacientes percibían sus afecciones médicas.
En promedio, había transcurrido alrededor de seis meses desde el ataque cardíaco de los participantes. Los investigadores repitieron los cuestionarios al cabo de unas seis semanas.
El análisis de Zvonar primero examinó factores que podrían pronosticar el temor de una recurrencia o el estrés percibido. Determinó entonces que algunos factores diferían. La probabilidad de que las personas más jóvenes o blancas desarrollaran un temor a la recurrencia era mayor que en las personas mayores o de raza negra. El temor a la recurrencia se pronosticó por medio de la puntuación de cómo las personas percibían sus afecciones médicas, que de acuerdo con Zvonar, medía factores como sus preocupaciones sobre cuánto tiempo durarían sus problemas o cuáles aspectos de sus problemas podían controlar.
El estrés percibido, no obstante, se predijo por el consumo de alcohol y el temor de una recurrencia propiamente.
Cuando los investigadores ajustaron los resultados para tomar en cuenta la ansiedad y la depresión, el temor a la recurrencia permaneció como un factor independiente que contribuyó al estrés.
"El grado de estrés en las personas con el mayor temor de una recurrencia era peor", dijo Zvonar, y el estrés puede ser un "enorme pronosticador" de futuros problemas del corazón, incluso de posiblemente presentar otro ataque al corazón.
Entender cómo el temor de una recurrencia y el estrés relacionado con dicho temor son independientes a cómo la depresión o la ansiedad pueden influir en los cuidados de un paciente, agregó ella. La ansiedad y la depresión son estados mentales de larga duración que se pueden tratar con medicamentos. Pero si el problema está relacionado con temor y estrés, es posible que estos medicamentos no traten la raíz del problema.
El temor de una recurrencia puede ser esporádico, dijo Zvonar. Podría ocurrir de repente, quizás cuando la persona siente dolor durante una tarea rutinaria y piensa, "¿Será esto otro ataque cardíaco?". O se podría manifestar como un miedo intenso de ir al médico porque temen recibir malas noticias.
La Dra. Kim L. Feingold, psicóloga cardíaca y fundadora y directora del departamento de Medicina Conductual Cardíaca en el Northwestern Medicine Bluhm Heart Hospital en Chicago, dijo que las determinaciones del estudio de que el miedo acerca del futuro puede afectar el grado de estrés de una persona, tienen sentido.
"El miedo y una mayor sensación de ansiedad provocan una respuesta de estrés de nuestro sistema nervioso para ayudar a protegernos contra una posible amenaza", lo cual puede ser una buena reacción cuando esas emociones son temporales, dijo Feingold, quien no estuvo involucrada en la nueva investigación. Pero "la abundancia de miedo o el miedo crónico pueden tener un efecto negativo sobre el estado de ánimo y la salud".
Muchas personas pierden la confianza en sus cuerpos después de un ataque al corazón, dijo Feingold, y se vuelven inseguras sobre cómo distinguir los síntomas que son benignos y los que son problemáticos. "Es como si el filtro que siempre usamos para interpretar el significado de los síntomas físicos ha dejado de ser válido después de un ataque al corazón o un suceso cardíaco".
Ella comparó las emociones como las que se sienten en un accidente de automóvil y luego tener que manejar un automóvil otra vez. "Para casi todos, volver a sentarse frente a un volante es un suceso que provoca ansiedad de primera intención, pero luego se vuelve más cómodo con el tiempo".
Trabajar con un equipo de atención médica puede ser útil desde un principio, dijo Feingold. "Aunque no es saludable acudir a un médico o a la sala de emergencia con cada síntoma, después de unos meses de un ataque cardíaco es beneficioso obtener ayuda para interpretar los síntomas". Para la mayoría de las personas, dijo ella, la retroalimentación recibida puede acelerar la curva de aprendizaje.
Zvonar reconoció las limitaciones del estudio. La mayoría de los participantes (69%) eran mujeres, y la edad promedio era 39 años. Sin embargo, la edad promedio en los Estados Unidos para un primer ataque cardíaco es de 66 años en los hombres y 72 años en las mujeres. Y el periodo aproximado de seis semanas entre las dos rondas de cuestionarios fue relativamente breve. Los niveles de temor de una recurrencia no disminuyeron entre los dos periodos, dijo ella.
Las investigaciones futuras, dijo Zvonar, deben investigar maneras de ayudar a los sobrevivientes. "Ahora que sabemos que existe este temor de una recurrencia, ¿qué podemos hacer para intervenir eficazmente en nombre del paciente, o incluso en nombre de la familia?".
Zvonar dijo que la profesión médica en conjunto debe abordar las preguntas sobre cómo ayudar a los sobrevivientes y las familias a lidiar no solo con los problemas físicos sino con los aspectos mentales y emocionales de ellos.
"Creo que debemos responder mejor a estas preguntas por el bien de ellos y explicarles lo que esto significa para ellos, y cómo asegurarnos de que no solo sobrevivan esta experiencia y vivan una vida más larga, sino que tengan una mejor calidad de vida", dijo Zvonar.