Este sargento detective salva vidas. Su esposa salvó la suya.
Por Deborah Lynn Blumberg, ľ¹ÏÖ±²¥ News
Después de otro emotivo día investigando casos de violencia doméstica y abuso infantil en Perth Amboy, Nueva Jersey, Rafaelito Cruz se sentó a cenar con su esposa y dos de sus tres hijos.
Después de la cena, el sargento detective de la unidad de víctimas especiales, de 51 años de edad, se quedó junto al piano de la familia. Su hijo Julián, de 18 años, se estaba enseñando a sí mismo a tocar la canción "Unchained Melody".
"Vaya, Julián, excelente", dijo Rafaelito. "Espero que pronto aprendas a tocar la canción completa". Poco después, Rafaelito y su esposa, MiLinda, se fueron a dormir.
A las 3 de la madrugada, Rafaelito estaba respirando muy ruidoso y rápido que despertó a MiLinda. Ella pensó que él tenía una pesadilla y tocó suavemente su brazo.
"Cariño, despierta", dijo ella.
Rafaelito no se movió. Ella lo sacudió más fuerte. Su cuerpo se sentía tenso y contraído.
MiLinda encendió la lámpara de la mesita de noche. La cara de Rafaelito estaba pálida y sus labios estaban azulados. MiLinda agarró el teléfono y marcó 911.
Abrió la puerta principal para los socorristas y regresó corriendo a su habitación. La respiración de Rafaelito se hizo más lenta y después paró. MiLinda comenzó RCP.
"¿Qué está pasando?", preguntó el despachador de 911.
"No puedo oír sus latidos del corazón", respondió MiLinda.
"¿Sabes RCP?", preguntó el despachador. "Puedo darte instrucciones".
"¡Ya la estoy haciendo!", dijo ella.
MiLinda continuó con las compresiones torácicas hasta la llegada de los primeros socorristas. Ella aprendió RCP en una clase que había tomado hacía más de 20 años.
Poco después llegaron agentes del Departamento de Policía de Barnegat Township y le aplicaron a Rafaelito tres descargas con un desfibrilador externo automático, o DEA. Su hijo Julián y su hija Jaylisse, de 16 años, se consolaban mutuamente en la habitación de Jaylisse mientras los agentes, y luego los paramédicos, atendían a su padre. Por fin, el pulso de Rafaelito regresó.
En la sala de emergencias de un centro médico comunitario de RWJBarnabas Health en Toms Rivers, los médicos pusieron a Rafaelito en un coma inducido y enfriaron su cuerpo con la esperanza de preservar su función cerebral.
MiLinda llamó a su hijo mayor, Ralph, de 22 años, que estudiaba en una universidad lejos de casa. El departamento de policía de Rafaelito pagó el vuelo de Ralph a casa esa noche. Al llegar, se unió a Julián, Jaylisse y MiLinda junto al lecho de Rafaelito.
"Papi, despiértate, por favor", decía Julián. "Quiero tocarte la canción completa".
Al día siguiente, todavía en el coma, la presión arterial de Rafaelito se desplomó. MiLinda no se separaba de su lado. Los médicos comenzaron a hablarle a ella acerca de la donación de órganos.
Cuando Rafaelito se estabilizó, las enfermeras convencieron a MiLinda para que comiera y descansara. Fue a casa por algunas horas. Cuando regresó al hospital, una enfermera se dirigió hacia Rafaelito y le dijo: "Mira quién vino a verte".
Él abrió los ojos.
Rafaelito había despertado dos horas antes, pero la enfermera, sabiendo que MiLinda regresaría pronto, se guardó la noticia.
Las lágrimas corrían por las mejillas de MiLinda. Cuando le dijo a los amigos, familiares y compañeros de trabajo en la sala de espera del hospital que Rafaelito había despertado, estalló el júbilo.
Los exámenes mostraron que Rafaelito tenía un puente miocárdico, una afección por lo general inocua en la que una o más arterias coronarias pasan a través del músculo cardíaco en vez de reposar sobre su superficie. No estaba claro si eso había jugado un papel en su paro cardíaco.
El estrés podía haber sido un contribuidor, sugirieron sus médicos. Rafaelito había trabajado recientemente en un caso duro que involucraba la muerte de un bebé.
El cardiólogo de Rafaelito le aseguró que sus arterias no estaban obstruidas. El problema en su corazón solo era eléctrico, no de plomería. "Oh, qué bueno", dijo Rafaelito esbozando una sonrisa. "Todavía puedo comer pollo frito".
Días después, a Rafaelito le implantaron un desfibrilador en el pecho. Este dispositivo, en caso que sea necesario, puede aplicar una descarga al corazón para que regrese a su ritmo normal.
Poco después de llegar a casa, a Rafaelito se le aguaron los ojos al escuchar la impecable interpretación de "Unchained Melody" que le regaló Julián al piano.
El 5 de febrero, cinco meses después de su paro cardíaco, Rafaelito regresó al trabajo. No había dicho a muchos de sus colegas que iba a regresar. El día estuvo lleno de caras sorprendidas, buenos deseos, abrazos y lágrimas. "Fue algo increíble", dijo él.
Rafaelito, a lo largo de una carrera que ha abarcado más de 20 años de trabajo policial, ha recibido reconocimientos por sacar a personas de edificios en llamas y por salvarlas de fugas de gas. Ahora, MiLinda se une a su esposo como una heroína.
Después de su experiencia, la familia se ha propuesto a crear concientización sobre la importancia de actuar rápidamente y de aplicar RCP. "Llama al 911 tan pronto como puedas", dijo MiLinda. "Puedes salvar una vida".
Por su parte, MiLinda ha tenido pesadillas sobre la noche en que el corazón de su esposo se detuvo. Al principio, veía episodio tras episodio de programas en Netflix para mantenerse despierta y así poder vigilar su sueño. Ahora, ella confía en su desfibrilador. La familia también tiene planes de comenzar terapia.
"A veces él me sorprende mirándolo", dice MiLinda. "Todavía no puedo creer que esté aquí. Ahora miramos la vida de forma un poco diferente y apreciamos esos brevísimos momentos".