El secreto para la buena salud no es ningún secreto. Entonces, ¿por qué es tan difícil de lograr?

Por Laura Williamson, ľ¹ÏÖ±²¥ News

Klaus Vedfelt/DigitalVision, Getty Images
(Klaus Vedfelt/DigitalVision, Getty Images)

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Debería ser una obviedad, por así decirlo: Las investigaciones han determinado siete formas de conseguir una salud ideal para el corazón y el cerebro. Incluso, si los estadounidenses hicieran estas cosas, también podrían ayudar a prevenir muchas otras enfermedades crónicas.

Aún así las personas no las adoptan, por lo menos no de manera constante. ¿Qué los detiene?

"La mayoría de estos pasos requiere una gran cantidad de autorregulación y autocontrol", dijo Dolores Albarracín, profesora de psicología de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. "No se trata solamente de hacer una cosa, como vacunarse, y luego olvidarse durante un año".

Numerosas investigaciones señalan por lo menos siete comportamientos, denominados Los 7 Pasos (Life's Simple 7 en inglés), que pueden reducir drásticamente la carga de las enfermedades cardíacas, los ataques cerebrales y la demencia. Cosas como no fumar, llevar una alimentación saludable, hacer ejercicio con regularidad, mantener un peso saludable y mantener los niveles de glucosa, presión arterial y colesterol en un rango saludable, tienen el potencial de acabar colectivamente con la gran mayoría de las enfermedades cardíacas y los ataques cerebrales y prevenir o retrasar un número significativo de los casos de demencia.

No tomar estas medidas aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas de todo tipo. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 6 de cada 10 adultos en Estados Unidos tienen por lo menos una enfermedad crónica, mientras que 4 de cada 10 padecen de dos o más. Aparte de las enfermedades del corazón y cerebrales, estas incluyen cáncer, enfermedades pulmonares, enfermedades renales y diabetes.

"Si fuera sencillo, las tasas de incidencia de las enfermedades cardíacas se reducirían en un 80%, ya que aproximadamente el 80% de las enfermedades cardíacas se pueden prevenir", al igual que el 80% de los ataques cerebrales, dijo el Dr. Roger Blumenthal, profesor de Cardiología Kenneth Jay Pollin y director del Centro Ciccarone de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares del Johns Hopkins, en Baltimore. Blumenthal es coautor de un con el tema de la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares.

Parte del problema, dijo Blumenthal, es el ritmo de la vida moderna y la cantidad de responsabilidades que la gente ya está haciendo malabares.

"En la sociedad en que vivimos, es difícil mantenerse motivados y sacar tiempo para cosas como el ejercicio", dijo. "Tenemos que volver a empaquetar todo el conocimiento que tenemos y difundirlo con mensajes más cortos enfocados hacia el actuar, así como proporcionar recursos que motiven a la gente".

Blumenthal recomienda dividir los objetivos en acciones más pequeñas que parezcan alcanzables. Por ejemplo, si encontrar grandes bloques de tiempo para hacer ejercicio parece demasiado difícil, aconseja a las personas intercalar periodos de 10 minutos de ejercicio a lo largo del día.

La misma dinámica se aplicaría a la pérdida de peso. "Pregúntese dónde puede recortar entre 300 y 400 calorías al día. Reduzca el tamaño de las porciones. Coma menos rápido".

Las personas suelen tener más éxito si toman medicamentos para reducir el colesterol y la presión arterial, dijo Blumenthal.

"Es más fácil que la gente se tome una pastilla después de lavarse los dientes por la mañana que hacer un esfuerzo sostenido y reservar sesiones de 20 minutos para realizar actividades a paso ligero o ejercer un mayor control sobre las opciones dietéticas".

Sin embargo, hasta esas cosas no siempre resultan tan simples.

Un seguro médico inadecuado o la falta de acceso a la atención médica pueden dificultar que las personas tomen los medicamentos con regularidad, dijo la Dra. Tracy Madsen, profesora asistente de medicina de urgencias de la Universidad Brown en Providence, Rhode Island. Estas desigualdades son más frecuentes entre las personas de grupos raciales y étnicos marginados, que a menudo soportan la mayor carga de enfermedades.

"En todo Estados Unidos, las comunidades negras e hispanas se enfrentan a una carga desproporcionada de inestabilidad económica", dijo, la cual se ha visto agravada por la pandemia. "Las personas que pierden su trabajo y luego su seguro y no tienen forma de pagar los medicamentos necesarios".

También pueden enfrentarse a otras desigualdades, como la falta de acceso fácil a espacios de recreo o a lugares convenientes y asequibles para comprar alimentos saludables.

Otra razón importante por la que la gente se esfuerza es que muchas medidas para mejorar la salud implican eliminar o reducir las actividades placenteras, dijo Albarracín.

"No se le pide a la gente que simplemente incorpore un nuevo hábito, sino que también se le pide que luche contra algo que ha sido bastante gratificante en el pasado", dijo. "Comemos alimentos deliciosos porque son deliciosos".

Albarracín dirigió un estudio publicado en que analizó 150 informes de investigación sobre el cambio de comportamiento saludable. Se descubrió que las personas tenían más probabilidades de lograr cambios si se limitaban a una de dos acciones similares –centrarse en las cosas que debían hacer o en las que debían dejar de hacer – pero no en ambas.

"La forma en que funciona nuestra composición psicológica es que tendemos a estar en modo de acción o en modo de inacción", dijo. "Hacer más ejercicio y comer más verduras son acciones que van en la misma dirección, comparadas con hacer más ejercicio y comer menos grasa, que es una cosa positiva y otra negativa".

También señaló que es más fácil para la gente hacer cambios en dos actividades relacionadas. Por ejemplo, las personas que fuman quizás lo hagan cuando están bebiendo alcohol. En ese caso, es más fácil dejar de hacer las dos cosas que sólo una, porque una desencadena la otra.

Cambiar el comportamiento puede requerir replantear la forma de pensar y los objetivos, dijo Albarracín.

"Hay algunas peguntas que se uno se puede hacer para detenerse. Si está en un restaurante y el mesero le trae una bandeja de postres y pregunta cuál quiere, pregúntese en cambio si debería comer postre. Introduzca la idea de que el 'no' es una respuesta".

Otra habilidad es hacer listas de cosas de que dejar de hacer, en lugar de cosas que hay que hacer, dijo. "Tenemos que empezar a aprender a replantear nuestros objetivos. Estamos acostumbrados a pensar en términos de ser recompensados por lo que hacemos, no por lo que no hacemos".

Al final, hacer cambios estructurales puede ser más eficaz que confiar únicamente en la fuerza de voluntad. Por ejemplo, "si tengo que trasladarme a pie a mi trabajo, eso va a introducir más ejercicio en mi vida y será mucho más exitoso que apostar por la fuerza de voluntad", dijo Albarracín. "A veces hay que ser más astuto al eliminar algunas de las opciones".

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