Esta escuela en Puerto Rico depende de métodos holísticos para enseñar e inspirar
Por Maria Elena Fernandez, ľ¹ÏÖ±²¥ News
Justo Méndez Arámburu tuvo la idea de establecer un colegio alternativo sin fines de lucro por un sueño que tuvo.
En este, apareció su hija de 15 años, Ana Mercedes, quien había fallecido en un accidente automovilístico unos meses antes, y lo animó a que lo abriera. "¿Cómo haría algo así?", preguntó este padre confundido, quien no era educador en esos tiempos. Su hija le pidió que tuviera fe y que lo llamara Nuestra Escuela.
Eso fue hace 20 años. Desde entonces en se han graduado unos 2.500 alumnos de entre 13 y 22 años.
A través de una dinámica holística de enseñanza para alumnos de pocos recursos, el colegio utiliza un modelo de democracia participativa que permite que los mismos estudiantes impulsen su plan de estudios y trabajen en proyectos que les interesan. Aparte de impartir las materias académicas principales, también ofrece arte, deportes e iniciativa empresarial, al tiempo que los estudiantes reciben el apoyo social y emocional que necesitan para el éxito.
"Cuando mi esposo me contó su sueño, vi como se le iluminaron los ojos por primera vez desde que murió Ana Mercedes. Entonces dije que lo hiciéramos porque si este proyecto lo ayudaba a recuperar el recuerdo de su hija, se levantaría nuevamente", dijo Ana Yris Guzmán, quien era psicóloga cuando fundó el colegio junto con su esposo.
"Es por eso que tengo que describir nuestra escuela como un proyecto sanador, porque no solo ha sanado a las miles de familias que hemos atendido, la familia a la que salvó fue la nuestra".
Al principio, Nuestra Escuela se enfocó en alumnos que abandonaban sus estudios. Cuando comenzaron a trabajar con madres jóvenes que habían dejado la escuela, añadieron una guardería para sus bebés. Actualmente también ofrecen clases para adultos que no hayan completado la preparatoria y ofrece capacitación laboral y ayuda para encontrar empleo.
Militza Morales, una madre joven con dos niños, dejó de estudiar en el 11º grado. Luego se preparó en Nuestra Escuela para tomar el examen de equivalencia, el cual presentó en 2002.
"Me enamoré de la escuela por sus aspectos emocionales", dijo. "Me abrió los horizontes. Hizo que deseara más de la vida. Sin conocerme, Ana Yris me dio ese espacio, esa confianza, esa seguridad de estar en el lugar correcto. Me sentí querida y realmente cuidada desde el primer día, por eso realmente creo en el programa".
Nuestra Escuela cambió la trayectoria de la vida de su familia.
Cuando sus hijos cumplieron 13 años también se inscribieron en el colegio. Luego, al completar un programa de secretariado, Morales tomo el puesto de recepcionista en la escuela. Ocho años más tarde, obtuvo un grado en trabajo social y la ascendieron a trabajadora social.
"Estos alumnos enfrentan muchas situaciones difíciles y yo quiero ayudarlos", dijo. "Quería estudiar algo que me permitiera avanzar más con ellos".
Este año, uno de los proyectos en los que trabajan los alumnos de Nuestra Escuela es abrir un centro sostenible de primera respuesta. Un subsidio del programa de aceleración empresarial de la ľ¹ÏÖ±²¥, ayudará a que compren paneles solares para el plantel.
El programa los ayudó a crear un video acerca el centro, dijo Guzmán. "Las clases nos han ayudado a entender nuestra marca y a establecer una narrativa para el producto. Ahora tenemos este excelente video que nos ayudará a buscar más recursos".
La idea del centro surgió por los resultados desastrosos del huracán María, la tormenta de categoría 5 que golpeó a Puerto Rico en 2017. Durante sus secuelas, Nuestra Escuela organizó espacios que sirvieran como cocinas comunitarias, ya que muchos carecían donde acudir para comer algo caliente o refrigerar sus alimentos o la insulina de sus tratamientos de diabetes. Guzmán señaló que desea que este centro de Nuestra Escuela funcione como punto de referencia para estas necesidades esenciales durante emergencias.
Al igual que Morales, aproximadamente el 25% del personal de Nuestra Escuela consta de exalumnos. Existe una razón al respecto. Al final de todo, Guzmán y Arámburu piensan dejarles el colegio para que ellos lo administren.
"Nos sentimos muy agradecidos de tener el privilegio de hacer este trabajo", dijo Guzmán. "Algún día se lo pasaremos a ellos".
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